Uno de los puntos fuertes de Cayo Cruz es, precisamente, lo que no tiene: un turismo masivo. Desde que el explorador Diego Velázquez bautizó al archipiélago del que forma parte, allá por 1513 o 1514, Cayo Cruz ha logrado conservar casi intactos sus evocadores paisajes tropicales y costeros. De ahí que este sea el destino soñado para quienes desean descubrir la Cuba más auténtica y genuina y, al mismo tiempo, sumergirse en parajes de naturaleza salvaje que dejan sin palabras al visitante.
Sin duda, una de las cosas que hay que ver en Cayo Cruz son sus extraordinarias playas, que se despliegan en el sector nororiental. De los 25 km de litoral de este cayo, 22,5 km —o lo que es lo mismo, un 90% del total— están ocupados por playas de arena idóneas para tomar el sol, darse un refrescante baño o bucear. Distribuidas en siete tramos, entre las playas de Cayo Cruz hay que referirse a Playa Cara, Playa Dorada, Playa Onda o Playa Sigua, entre otras. Todas son de arena fina, de progresión lenta, de aguas poco profundas y con vegetación subacuática. En cuanto a su amplitud, esta va de los 5 m a los 20 m, como en el caso de Playa Cara y Playa Onda.
Pero si las playas de Cayo Cruz enamoran a simple vista, otro tanto podría decirse de su exuberante vegetación litoral, donde no faltan los bosques de mangle, especialmente en ambos extremos del cayo; matorrales costeros y especies propias de las dunas. En todos ellos, encontrarás una abundante fauna que incluye numerosas anfibios, reptiles y aves, entre otros vertebrados que resultan inofensivas para el ser humano.
Cayo Cruz es también un destino inmejorable para hacer una excursión a la cercana Reserva Ecológica Limones-Tuabaquey, en la sierra de Cubitas, a apenas 32 km de la ciudad de Camagüey. En este espacio, se pueden admirar las pinturas prehistóricas de la cueva de María Teresa, la recreación de un poblado taíno tradicional o rincones tan cautivadores como el Paso de los Paredones o el Hoyo de Bonet. Este rincón protegido de la geografía cubana también es el hogar de una gran cantidad de animales, con más de 70 especies de las cuales una séptima parte son endémicas.
La cultura también tiene cabida en cualquier viaje a Cayo Cruz. Desde allí, resulta muy sencillo acceder a la capital de Camagüey, una encantadora villa del mismo nombre tachonada de pintorescas casitas de colores y con monumentos como la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, que data de 1825, o la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, sin olvidar la famosa playa de Santa Lucía.